15:51:00

EL GRADUADO

Publicado por El Chufla® |







Hace ya varios meses que no hablo en éste mi púlpito, básicamente por dos razones, en primer lugar porque no había mucho nuevo que contar sin hacer mas leña del árbol caído y, en segundo lugar, porque pensaba que era el momento de dejar que los profesionales se expresaran por sí mismos sin necesidad de blogs y anonimatos.

Pero este mes de enero ha empezado tenso y movido; lo que ha provocado nuevas intrigas palaciegas, dimes, diretes, propuestas, respuestas y postpuestas.

Desde el parón sindical al archiconocido indultograma hasta hoy, en el hospital parecía que nada había cambiado, por lo que durante el otoño se instaló un clima gris típico de esta zona que invita poco a salir pero que no llega a ser tormenta. Salvo por el ascenso y precipitación al fango más rápido y trompicado de la historia reciente de un proto-supervisor, el resto de profesionales y supervisores permanecía en una situación contínua de “colgaera” postporro. Lo mismo les daba la risa que hablaban por los codos de los demás o que se echaban a llorar por los rincones.

Sí se ha notado un pequeño cambio, casi imperceptible, pero que ya ha calado más en el subconsciente colectivo. Los profesionales del hospital comienzan a pensar y al mismo tiempo a expresarse sin las limitaciones impuestas durante el anterior status quo. Ya los hay que dicen que la nueva directora de enfermería está haciendo buena a su predecesora y también los hay que piensan que la renovación de cargos intermedios no puede esperar más.

No digo que los primeros no lleven algo de razón, pero habrá que darle un margen a la nueva directora para que consume los cambios. Pero coincido plenamente con los segundos. Estos cambios deben hacerse YA!! y deben ser profundos. Desde la caída de la “sobredimensionada” y el plateado, los que eran son los mismos que están, o lo que es lo mismo, los que nos dirigen, aunque con más trabajo y responsabilidades, son los mismos.

Y aquí hay que hacer especial ahínco en el reprobado supervisor de la fotocopia. Denostado por la mayoría de profesionales de su servicio, criticado abiertamente por algunos de sus compañeros supervisores y ya conocido por sus andanzas en el vecino hospital de Algeciras, sigue aguantando y haciendo ver que no ha pasado nada en el último año. Sigue silbando y resilbando como si tal cosa, colgándose medallas que no le corresponden y haciendo tropelías a mansalva. Incluso se ha rumoreado con su posible traslado al despacho, aunque finalmente parece que sólo ha sido un amago. Se ha graduado en mantener el tipo y tragar quina.

Mientras muchos de los supervisores hacen acopio de dignidad y dejan el cargo con diferentes y meritorias excusas para volver a su puesto de enfermero base, él hace oídos sordos al patente hastío de su servicio, llevado a esta situación por su dejadez y su actitud.

Aunque no soy yo de los que piensa que los sindicatos son precisamente dechados de virtudes, siempre escudados en menudencias, impertinencias e intrigas palaciegas, hay que reconocer que con el frenazo al indultograma estuvieron ágiles… pero poco más, porque ahora parecen adormecidos esperando un nosequé que vendrá…. Y mientras, este tipo sigue en su sitio.

De todo hay que tratar de sacar algo positivo. Y lo mejor de todo esto es que empiezan a verse atisbos de nuevos candidatos para los futuros puestos a cubrir. Es obligación de la nueva dirección conseguir que éstos vayan ocupando la línea de salida para renovar, de una vez por todas, la estantería hospitalaria, pero esto tendrá que hacerlo con cuidado, dejando que sean los profesionales de cada servicio los que elijan a aquellos que quieren, más que nada para no volver a caer en el error de preelegir con demasiada antelación a los candidatos, sólo al gusto de la directora de enfermería.



17:00:00

LA ABSOLUCIÓN

Publicado por El Chufla® |





Eran muchas las ilusiones generadas con la llegada de la nueva directora de enfermería, entre otras cosas porque teníamos la sensación de que casi cualquiera sería mejor que su predecesora.


Casi todos los implicados en los últimos cambios imaginaban un nuevo hospital, con nuevas inquietudes, nuevos desafíos y nuevos horizontes por descubrir.


Pero la última gran noticia ha demostrado que aún queda mucha tela que cortar. Lejos de ilusionarnos con su primera “gran medida”, ésta ha supuesto un verdadero jarro de agua fría sobre nuestros calenturientos corazones.


Todos esperábamos una medida revolucionaria…. Una medida que supusiera un punto y final en la anterior época y un punto de inicio hacia ese esperanzador nuevo futuro.


Sin embargo, sólo ha sido un punto y seguido. Y lo que debería haber sido un nuevo camino de “baldosas amarillas hacia la casa de Oz” se ha quedado en un embarrado futuro plagado de interrogantes y de mezquindades.


Porque la reorganización que se ha planteado, más que un organigrama, es un INDULTOGRAMA. Una ley de amnistía general donde quedan los mismos perros pero con distinto collar. Donde esperábamos renovación y “aire fresco”, sólo vemos las mismas caras y, lo que es peor, los mismos “malos recuerdos”.


La conclusión inicial es que la nueva directora de enfermería ha perdido el tiempo que ha tenido.


Ha utilizado estos meses para “tomar el pulso al hospital” y más que eso, lo que ha hecho ha sido creer las excusas de los anteriores y presentes supervisores que se han dedicado a compensar su incompetencia, vaciedad e hipocresía con teatralidad, baboserío y clientelismo. Los que otrora fueron los cancerberos de la gorda, hoy parecen ejemplo de innovación, virtuosismo, iniciativa y capacidad de gestión.


Y de todos, el más avezado es el que mejor se vende. El “niño de la fotocopia” ha sabido, con sus artes de prestidigitador y encantador de serpientes, encandilar a la nueva directora de enfermería con grandilocuencias e hipérboles sobre sus capacidades; capacidades que todos, incluyendo sus compañeros de puesto, sabemos vacuas. A los hechos me remito, su servicio se encuentra en el peor momento organizativo de los últimos 10 años. Y el que tenga alguna duda que le pregunte a los viejos del lugar (no le preguntéis a su Vestal, que os dirá lo contrario)


Y lo peor de esto es que se siente, y así lo va vendiendo por ahí, como el gran beneficiado de este indulto, porque interpreta que no sólo ha sido perdonado “ad eternum” sino que también dice haber sido ascendido.


Cuán indigna puede ser una persona para pasar de verdugo a víctima en función del jefe que tenga. Hasta cuándo pueden esos argumentos pesar más que los de los profesionales que los han sufrido como opresores.


La conclusión final es, por tanto, que lo que parecía un camino de rosas es más bien un empedrado. Aún queda mucho por hacer y, lo menos gratificante, mucho que demostrar.



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