Recién llegado de las vacaciones y ya se respiran nuevos aires, en las últimas semanas parece que se han empezado a hacer cosas buenas para los trabajadores del Hospital de La Línea. Parecen verse gestos y actitudes a las que no estamos acostumbrados.

Me han contado que una de esas cosas buenas han sido las reuniones que la nueva directora de enfermería ha ido manteniendo con los profesionales de cada servicio. Es loable que sus primeros esfuerzos se hayan centrado en oír de los propios profesionales cuales son sus problemas y cuales las soluciones que proponen.

Pero como consecuencia de estas reuniones, también se han descubierto cosas nuevas. Los más recios defensores del anterior sistema, el brazo ejecutor del anterior gordo-régimen, ahora resulta que lo hacían por imposición, lo hacían porque no podían hacer otra cosa.

Ahora va a resultar que en el Hospital no había estirpes ni clases y que ellos llegaron a las supervisiones por meritos propios y no recibieron ninguna contraprestación por los servicios prestados.

¡Cuanto cinismo!

O sea, que el supervisor que tiene varias denuncias por maltrato, maltrataba por imposición; que el supervisor que coló a su hija que no trabaja en el SAS en un curso que es solo para trabajadores del SAS lo hizo por obligación; que la supervisora que accedió a la supervisión con una memoria de 12 paginas lo hizo coaccionada; que el supervisor en funciones que amenazo a sus trabajadores a su cargo, lo hizo recibiendo instrucciones o que el supervisor que cogió la supervisión con la famosa fotocopia se presento a la convocatoria por imposición directiva, que la fotocopia se la hizo el propio Sr. Collado y que los miembros de la comisión de selección le dieron una 10 por imperativo legal.

Como es posible que las ambiciosas y despiadadas “cortesanas” del plateado valido de la anterior reina madre se conviertan, de pronto, al puritanismo extremo cual vestales romanas reconducidas por inspiración divina hacia la vida monacal desde su descarrío anterior.

Eso solo tiene un nombre. ES HIPOCRESIA. Cuanta máscara y cuanto descaro. Si les quedara solo un poco de dignidad (suponiendo que en algún momento tuvieron alguna), deberían irse todos cantando bajito…. Intentando no hacer demasiado ruido al levantar sus arrastradas posaderas del suelo.

Aunque no me cabe duda que la actual dirección, que no creo que tenga un pelo de tonta, se deje engatusar por estos "arrastrados" que cuando ven peligrar su posición se vuelven suaves y cambian sus habituales modos de carroñeros, déspotas y tiranos, convirtiéndose de pronto de suaves corderitos, mansos y delicados. Pero que a la mínima ocasión aprovechan para sacar pecho y dejar entrever sus modos de negreros y opresores, para paliar sus indudables complejos de inferioridad.